agosto 10, 2005

PEZ

Siempre nadando, siempre así he vivido, bajo el agua me asfixio.
Soy un pez vela, no me alimento de otros peces, tomo del mar solo las algas, el plancton, mi carne es codiciada, y hay quienes me aman y me cuidan, así como me cazan también por deporte, para colgarme y disecarme para lucir mi belleza.

Tengo miedo de morir en el mar, aquí en mi casa, "mi mundo". En esta inmensidad me siento atrapado. A veces salto de las profundidades, tomo un nuevo aire en la superficie, doy dos vueltas en el cielo, sacudo mi espada a placer como si fuera un esgrimista privilegiado, marco mi huella en el aire, regreso a mi lugar y nado cerca de la superficie por muchas, muchas horas, pero después me vence el sueño, y cuando despierto, estoy en el fondo de la que es mi casa - ¡ahhhg! - siento que me ahogo, pero en tierra firme no puedo respirar. La naturaleza se equivocó conmigo. Yo debería ir en lancha, caminar por la playa., y merodear por los montes y el desierto.
Esto de nadar es castrante, con mi forma, mi aleta y mis branquias para respirar, se vuelve demasiado fácil, no aburrido; pero sí demasiado fácil.

Quisiera emerger y descansar en la playa, pero los hombres piensan que es malo comer un pez que murió solo, así que tengo que esperar a un buen pescador, para darle pelea un rato, si persiste, ceder al final y servir para algo, que mi muerte sirva para alimentar a alguien de arriba, y no terminar desgarrado por un tiburoncillo ciego y carroñero con aires de depredador.

Tengo la esperanza de que, aunque sea al final de mi vida, aunque sea muerto, estaré en la superficie.

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