es lo que hago,
es mi vocación.
Hay tantos cuerpos que no quieren estar muertos.
Yo solo les toco la tierra,
y ellos salen a platicar.
Algunos tibios,
otros con demasiada vida,
los más, con retazos de alma atrapada.
Los palpo,
los muerdo,
yazgo a su lado,
viven conmigo,
morimos juntos un poco.
Los vigilantes del campo santo,
me miran como una ánima más.
De noche
gimo y arrastro cadenas para pasar desapercibido,
en el día comparto el pan y el aguardiente,
para que no me noten.
no se puede decir que es una ocupación hermosa,
pero es lo que hago,
es mi vocación.
Me siento tentado a cada sombra
a cambiar cuerpos por huesos de perro
a sembrar larvas de cien-pies
para que la tierra se mantenga en movimiento
y corra.
Nunca he muerto,
no sé si lo sabré hacer.
No sé si cuando muera habrá alguien que profane mi tumba
alguien que profane mi cuerpo
quien arrime un vaso de agua a la tierra que me atrape,
quien remueva mis sueños y me sacuda,
o se apiade y me deje descansar
como yo no lo he sabido hacer.