septiembre 14, 2006

El día en que los besos se volvieron insaboros

Nadie sabe como llegamos a esta curiosa situación. Quién pensaría que un día se le iría el sabor a los besos, así de pronto. Y mirar de pronto al imbécil de mi primo saliendo de la habitación con la bragueta abajo, y mi hermana indiferente mascullando que se lo temía; “El sexo tampoco sabe ya a nada”. Es hilarante leer en las noticias las historias de los ahora quebrados inversionistas de viagra y similares.
Hay quien jura que la cura está en desangrarse con la espina de una rosa roja, pero yo no voy a caer en el embeleco de los miserables acaparadores del mercado de jamaica, prefiero seguir escribiendo amarguras.