Reincidencias…

Reincidencias en los mismos círculos viciosos
de la transigencia que tolera eso,
…a lo que más miedo le tengo.

¿A que?
Miedos, remordimientos, vientos sonoros,
que transmutan la paz de un bosque,
con el silbido de los árboles que filtran el frío de paso.

Son los remordimientos,
no,
son los finales no satisfactorios
por falta de concentración en el proceso.

Siempre el dolor que genera la sangre de un muerto
funciona como los desengrasantes en el caso
de una conciencia que finge o pretende estar limpia.

Amores monocotiledóneos

Amores monocotiledóneos
que sufragan sueños
mas bien estériles
que estéticos.

Concensuáremos contrapuntear
la corriente monogámica
que monopoliza la mente
del mono final de la corriente Darwinesca

Hay que azuzar
si es necesario a fuerza de azotes
los ascos que dejan azorados
a los zopilotes que hacen ronda
a los cínicos sobrevivientes.

Sara

Es que Sara te hace sentir en el cielo,
y es que aún cuando no la estoy amando
su nombre es el que flota,
y si me encuentra
yo me pierdo.

Sara…
diciéndolo en su oído,
susurrándolo al viento,
gritándolo al vacío,
en secreto y hacia dentro
ella siempre llega.

Es invocada
y su piel transpira su nombre.

Morir entre sus piernas
es quedarme entre alguna de sus “A”,
y es que recuérdala de nuevo.

“Sara”
Escucha como se contonea en su brevedad,
es firme, es una línea transversa,
sin timidez, nada de silencios,
rítmica y sencilla,
así suena toda ella.

Pies delgados y ojos tristes,
duda de si pero no lo nota,
no la conozco.

Quédate afuera.

Quédate afuera
para que pueda dormir,
déjame con mis libros y mis sueños.
con mis ganas y mis venganzas.

Déjame siendo el que escribe soso y aletargado,
el que despierta ánimas con aullidos.
Déjame con mi miseria desordenada y
mi vieja historia en la que hay dos buenos
y también dos malos
y que son los mismos.

Déjame con mi amargo de naranja sin madurar,
con mis pies de plomo y mis raíces al viento.
O cierra la puerta por dentro,
desnúdate y canta mientras yo te miro.

Así sucede.

DISTORTION40 / KERTEZ

Así sucede y tu aquí,
con tu cara de palo que no me dice nada
esperando a que yo sucumba ante tus uñas perfectas
en dedos perfectos, en manos perfectas
en el cuerpo equivocado.

Y así sucede y yo aquí,
Mirandote con la mirada del viento,
esperando a traspasar los velos que ocultan tu piel,
esperando a erizar cada bello de tu nuca,
esperando a agitar, a incitar a una revelión a tus dos pezones,
esperando a que se levanten en armas para darles la guerra.

Y es que las cosas así suceden,
tu tomas lo que yo no te doy,
yo te miro desde lejos para no perderte de vista,
para no cerrar los ojos y apagar la luz.
Y tú persigues la sombra en la que nos abrazamos,
pero la persigues de frente al sol de las seis.

El imbecil y el mendigo.

Anoche encontré a un hombre intoxicado, un mendigo.
-"Ayúdame a pasarla bien" -... no
-"Dame algo para ser feliz"- me dijo.
Tú sabes que siempre odié el sentido de dar limosnas, repartir sobras. Abrí mi cartera y lo más valioso que encontré fue tu recuerdo, es algo que aun utilizo, está fresco, bastantante vivo diría yo. Se lo entregue alargando la mano mientras preguntaba ¿Que vas a hacer con el?
-"Construirle un castillo"- respondió, mientras sonreía se lo embolsaba.
Me largue a la cama pensando que ese infeliz estafó a un desposeido.