agosto 13, 2007

La radio

Hay un montón de inmisericordes canciones
empeñadas en dibujar tu cara
y hacerme olvidar los fríos textos del juzgado.
Pero;
¿Quién iba a pensar que un simple reproductor
de melodías podría guardar los rizos de tu cabeza?

He empujado el sintonizador desde lo más sensible
hasta la frecuencia más simple y rítmica.

Pero todos los ritmos tienen el son de tus pisadas
yéndote y viniendo por la puerta abierta de la casa.

Pude quedarme escuchando los sollozos y viejos tangos
del cubículo vecino,

pero;
¿Quién no gustaría tener sus propias canciones?
Podría revender mi viejo cachivache que toca canciones,
o tal vez regalarlo o devolverlo,
pero;
expiró la garantía.
Además es mío,
y no es común encontrar un reproductor musicalque deja charquitos por las emociones que segrega.