febrero 27, 2011

Aprovechando el desconcierto

Alguna vez te has puesto a pensar que pasaría...

o tal vez te sucedio hace poco, bueno, supongamos que un día te pasa, un día cualquiera, digamos, un martes. Que estés en la cocina de tu casa, o en la zotehuela o cuarto de lavado (no importa como le llames). Como a las 7:30 p.m. o a las 8 cuando ya el sol se metio, y la calle en que vives es un calle muy transitada por peatones que justo a esa hora vuelven de su trabajo y escuela, porque además venden nos tacos buenísimos en la misma banqueta, a unos pasos, y como la tuya es una planta baja, sabes que la mayoría tiende a hechar una mirada a las casas que despiden tanta luz, porque curiosamente se cayó el bendito cortinero la semana anterior y tu decidia ha ocupado el espacio para tareas domesticas de emergencia en la agenda, o simplemente no has puesto las cortinas que lavaste el fin de semana, y como es el único juego que tienes pues... Bueno lo complicado del asunto es que estas desnudo y tienes que atravesar toda la sala y el comedor para llegar a tu habitación o por lo menos para acercarte a esos apagadores de ruedita que regulan la intensidad de la luz. ¿Que porqué estas desnudo en la cocina? ¡Vamos! Supongo que puedes tener mil razones, pero supongamos alguna de las mas simples: estás en el cuarto de lavado y aun hay espacio en la lavadora para algunas prendas más y pues de una buena vez arrojaste tus pantalones de mezclilla, tu playera, tus calcetines y demás prendas interiores. ¿Correcto? Ahora podemos continuar, hay media docena de adolecentes tomando refresco justo frente a tu ventana, ¡el pudor no te permite pasar corriendo frente a ellos! Es aun peor, olvida lo de la falta de cortinas, cuando estas a punto de salir de la cocina, seguro de que estás completamente solo en casa, entra tu hermano con un grupo de amigos que se estacionan a departir bulliciosamente en la sala, o peor aun, entra una trabajadora social a hacer una visita a tu pareja para evaluar la posibilidad de que le den el trabajo de su vida, o no tan grave, quien está en la sala es tu pareja y su psicologo que por una extraña razón accedió a darle la sesión de terapa en casa, ya que la está convenciendo que el problema está en los dos, pero más en ti, porque como quiera que sea, en un par de años con la terapia de $600, 45 minutos, dos veces por semana, tu pareja será tan lucida y ascertiva, que pedrá decidir si botarte al carajo o no, sin un ápice de culpa, pero como la parte pesada de los pesos está en la cuenta de tu terroncito de azucar, pues no vale la pena acelerar el proceso y dejar a nuestro freudiano amigo sin sus nuevos palos de golf.


Si, se lo que estás pensando, yo también creo que es la mejor opción aunque no me guste del todo. Hay qe agarrar tazas, vasos o especieros y destrozar con certera puntería todos los focos de la estancia y salir corriendo hacia la habitación aprovechando el desconcierto.