
Yuria se levantó de su rosado sillón inflable sin importar que en la televisión ocurría una de las secuencias mas emocionantes de su película animada favorita y salió disparada con la presteza de sus dos años de edad rumbo a la cocina donde se armó de un enorme y anaranjado colador de plástico que una vez colocado como casco sobre su cabeza le dio el valor para salir a todo galope hacia la recamara que alberga una pecera, comenzaba a trepar por una silla aledaña que le permitiría estar un poco mas a la altura de las circunstancias, me acerque discretamente y le di la mano, de hecho la cargué a la altura de la tapa de la pecera y mientras cambiaba el tremendo colador por una red de pecera mas adecuada le pregunté como lo haría un cómplice:
-¿Que estamos haciendo aquí?
-¿Hay que savad a munequito?
Así que mientras ella se carcajeaba mirando como Carlos el buzo emergía al mas puro estilo de Cuba Gooding Jr. e inmediatamente volvía a ser lanzado a las profundidades yo me sentía como “Sancho Panza” en el capitulo XXXV cuando el caballero de la triste figura pelea contra un par de sacos de vino tinto y en su sueño despoja de la testa a un gigante de nombre Pandafilando de la Fosca Vista, quién arrebató el trono a la Princesa de Micomicónia, solo que yo no tuve la fortuna de ver el reino recuperado de Carlos, o a una amante feliz porque rescatamos a su amado buzo. Yo tengo la firme confianza de que no son coincidencias esas que suceden en el Quijote de la Mancha, y que algún día una Dorotea dará gracias por las mercedes hechas por la gente sencilla y de buena voluntad de quién tanto tengo que aprender.
-¿Que estamos haciendo aquí?
-¿Hay que savad a munequito?
Así que mientras ella se carcajeaba mirando como Carlos el buzo emergía al mas puro estilo de Cuba Gooding Jr. e inmediatamente volvía a ser lanzado a las profundidades yo me sentía como “Sancho Panza” en el capitulo XXXV cuando el caballero de la triste figura pelea contra un par de sacos de vino tinto y en su sueño despoja de la testa a un gigante de nombre Pandafilando de la Fosca Vista, quién arrebató el trono a la Princesa de Micomicónia, solo que yo no tuve la fortuna de ver el reino recuperado de Carlos, o a una amante feliz porque rescatamos a su amado buzo. Yo tengo la firme confianza de que no son coincidencias esas que suceden en el Quijote de la Mancha, y que algún día una Dorotea dará gracias por las mercedes hechas por la gente sencilla y de buena voluntad de quién tanto tengo que aprender.
Mientras tanto seguiré... “rescatando al buzo Carlos.”
2 comentarios:
lindo y heroico.
un saludo desde Amsterdam
Mi querido y loco amigon qué bello que escribas sobre esas escenas. Realmente poder jugar así con un hijo debe de ser mágico. Un gran abrazo.
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