octubre 10, 2005

Cuento para leer en voz baja

Damián se olvidó de su profesión y comenzó a enamorarse de una Luz. Luz nunca supo a ciencia cierta de que lado de la cama dormir. Luz decidió dormir a un lado de Damián. Damián olvidó tanto que deseó la bendición de Dios. Pidió la oportunidad de ser un ángel. Eso es imposible. Por eso Damián lo pidió. Una solicitud tan inusual tiene sus repercusiones. La negativa es segura. El proceso debe llevarse a cabo. Luz parecía dispuesta a decidirse por un extremo. No es necesario por ahora. Luz recibe una carta que anuncia: Damián fue relevado. Damián fue degradado a humano. Esto se mantendrá mientras dure el proceso. Para las partes no existe el tiempo. Damián por su inercia no lo conoce. Luz no lo entiende o parece olvidarlo. La verdad es que ambos fueron tratados para olvidar razón e historia. Los ángeles nunca duermen. Los pingos y demonios incendian las camas. Eso es asunto de ellos. Luz y Damián descansan como el resto de los hombres. Descansan en brazos de Dios y del Diablo. Por lo menos fingen dormir. Se posesionan el uno en el otro. Dirían que después del pecado encuentran la paz y el paraíso. Se miran y se desconocen. Se identifican y se gustan. Dirían que se quieren. Damián puede cuidar de el y de ella. Luz no necesita de cuidados. A luz solo le gusta saber que Damián es capaz. Juntos en un sillón. Juntos Dios y el Diablo los miran desde un sillón. Se divierten mirándolos desde lejos mientras comen nubes y destrozan el resto de la tierra con grandes carcajadas. Luz y Damián ignoran que los miran. Fingen ignorar que los miran y que los manejan. Su libre albedrío les permite fingir que ignoran hasta que se convierte en verdad. Luz y Damián están solos. Es mejor así. Luz lo mira con incredulidad. Damián robó el secreto para llevarla al cielo. A Luz le gusta ir al cielo. Si no es el cielo es algo muy parecido. Luz decidió que ese lugar que visita es el cielo. En un tiempo tal vez no sea suficiente. Damián parece poco sensible a la diferencia de alturas. De cualquier forma no es lo único que tienen para darse. El cielo y la tierra son un gran principio. Para recorrerlos se necesita de mucha fuerza. De voluntad. De resistencia física. Luz tiene piernas firmes. Que resisten. Son duras. Damián no quiere unas piernas para moldear. Para Damián las piernas de Luz son un buen báculo y sostén. Luz no le quita la mirada de encima. Damián no puede verla siempre. La mataría. Su mirada lleva demasiado fuego aún. Luz solicita puntual sus requerimientos para ser feliz. Pero no sin cierta timidez. Damián no acostumbra pedir nada para ser feliz. Su felicidad tendría que ser por decisión. No se lograba. Es sutil en su manera de tomar las cosas. Sabe hacerlo. Si pidiera las cosas difícilmente se le negarían. Damián prefiere tomar lo que nadie extrañe. Luz fue advertida. Distraídamente lo acepto así. Ella cree amarlo. Todo es subjetivo. ¿Quién puede asegurarlo? Damián comienza a sentir. Es a cuentagotas. Es tibio. Comienza a ser constante. Se entera que esa parte de si mismo existe. ¿O lo recuerda? ¿Su corazón es realmente virgen? ¿O también le borraron la memoria? Tampoco los detalles importan. A Luz no le gusta que jueguen con fuego. Damián aprendió a arder viviendo entre las flamas. La tibieza no la hace olvidar. La tibieza la puede distraer. La tibieza adormece. Damián dejo atrás el humo y las cenizas. Luz no las hubiera soportado. El conocimiento la hace fuerte. El sueño la mantiene viva. En la oscuridad no hay sombras. El viene del fuego. El fuego genera luz. El fuego es transparente. Damián genera luz y no tiene sombra. Luz fue tentada por el Diablo. Damián fue la mano del Diablo. Ya no quiere serlo. La vida se les va en tomar pequeñas decisiones. La vida será corta. Decidirán vivir intensamente. Uno de los dos decidirá morir. Para ir al cielo. Regresar al infierno. Seguir como humano en otra tierra. Pero al final será su decisión.

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