“Uno forja su propio destino” –
Me dijeron mil veces, yo obtuve las herramientas gracias a la escuela de
ciencias, la vocación y habilidad para hacer flexibles moral y ética necesitó
recorrer un poco más de camino.
Digamos que coincidieron en tiempo
la llegada de material, oportunidad y la meta en si.
Ella, tan viva y saludable, tan
íntegra, tan capaz de hacerme sentir despreciado con su profundo respeto hacia
mí, ella tenía que seguir en adelante
mis órdenes. Yo, el nuevo director de investigaciones podría pedirle cualquier
cosa y ella tendría que satisfacerme.
No me juzguen mal, tuve la osadía
de experimentar con la genética de formas que las leyes de ningún país
permitirían, pero nunca fui tan osado para invitarle un café.
Esa tarde tenía todo listo en mi
laboratorio, dejé instrucciones precisas en su bandeja de correo de lo que
tenía que hacer, así, ella entro puntual a las 4 con 10 minutos y abrió el
reactor, ese reactor en el que estaba el microscópico virus de gripe al que
había transferido mi propio ser, mi conciencia y esencia, ahora era yo ese
virus de gripe. Ella respiró… ¡y le di!
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